La mirada siempre al frente.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Todo empezó un 26 de Febrero de 2013.

Ese día yo no era consciente de cómo iba a cambiar mi vida en apenas 1 mes. Sin apenas darme cuenta notaba que ese chico iba a ser parte importante de mi vida, sin planearlo, cada día que pasaba con él, me iba enamorando un poquito más. Cada conversación, cada mensaje de buenos días, cada minuto que pasaba con él era como estar en el paraíso. Y cada mes que pasaba a su lado, mi amor hacia él, iba creciendo cada día un poco más. Y aquí estamos, 20 meses después sigo queriéndolo cada día un poco más, a pesar de haber pasado por momentos buenos, regulares y otros no tan buenos. Sigo pensando que está completamente loco, que es especial, que aunque ya no sea todo tan bonito como lo fue al principio, sigue aguantándome. Sigo pensando que es la persona más fuerte, más generosa, más amable y buena que he conocido nunca. Sigo pensando que si no fuera por él, yo seguiría perdida en este mundo, porque desde que él me encontró, me ayuda a seguir un camino. Porque le quiero como no he querido nunca, porque a pesar de las dificultades sigue a mi lado, no se ha rendido aunque ganas sé que no le han faltado. Sé que no me lo merezco porque le he hecho daño, pero sigue ahí. Que después de 20 meses a su lado, he aprendido que si quieres algo, tienes que luchar por conseguirlo, y una vez que lo tengas hay que mantenerlo. Que en la vida hay que ser fuerte y no dejarse vencer ante los problemas. Por que si está a mi lado sé que la vida será un poquito menos dura, que sé que si tengo su apoyo puedo con todo. No me quiero imaginar lo que sería la vida si él no está conmigo. Por que me gustaría estar como estábamos al principio, pero que mientras estemos juntos, sé que le tengo para apoyarme en todo. Que le quiero y eso no se me olvidará nunca.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Llevo un rato intentando escribir una carta a alguien, pero no encuentro las palabras exactas, o quizá es que no las haya. Siempre he pensado que escribir aunque luego no se enseñe suele ayudar a aclarar las cosas, pero últimamente ni siquiera escribiendo consigo expresarme.
Llevo un mal día, un pésimo día diría yo, y la única persona con la que me gustaría estar, la única que me apetece que me de un abrazo de esos que hacen que los problemas disminuyan, está en la habitación de al lado, pero no me encuentro con las fuerzas suficientes para ir. Porque me he acostumbrado a guardarlo todo dentro, y lo cierto, es que hoy necesito más que nunca que alguien me abrace sin preguntar qué me pasa.