La mirada siempre al frente.

martes, 21 de abril de 2015

''Supongo que casi todos tenemos a ese "Alguien". Sí, esa persona que, pase lo que pase, jamás logramos sacar de nuestra cabeza. Seguramente hayamos intentado estar juntos un par de veces (si no más) y lo más probable es que las hayamos intercalado con encuentros esporádicos, obteniendo siempre el mismo resultado: DOLOR.
Entonces, ¿Por qué no somos capaces de alejarnos completamente de esa persona? ¿Acaso no tenemos amor propio? ¿Sentido común? ¿Orgullo? Claro que sí y lo demostramos en innumerables ocasiones pero, por alguna extraña razón que la mente humana no logra comprender, en lo referente a dicha persona nada de lo citado anteriormente parece ser asimilado por nuestro cerebro. Mejor dicho, no queremos que éste lo asimile.
Sé que no me equivoco al decir que cada vez que sufrimos por ese "Alguien" juramos que será la última vez, rememoramos el daño que nos ha hecho para así tratar de convencernos a nosotros mismos de que, de esa forma, lograremos olvidarle.
Pasado un tiempo ni siquiera su nombre rondará nuestra mente y puede que uno de los dos (o ambos) haya conocido a otra persona y comencemos a rehacer nuestras vidas. Pero, lo que ignoramos es que, por más felices que seamos y aunque creamos habernos vuelto a enamorar, esa persona volverá a aparecer en nuestra vida. Siempre lo hace.
Al principio nos mostraremos reacios, puede que incluso bromeemos sobre la situación, recordando lo ingenuos que fuimos en el pasado y sobre lo poco que nos afecta el reencuentro pero, esa pequeña llama que creíamos extinta, vuelve a prender. Comienza como unas simples brasas, a las que tratamos de quitar importancia con la ya conocida frase: "Es simplemente el shock de haberle visto de nuevo."
Pero, por mucho que creamos que lo habíamos superado, poco a poco notamos que dichas brasas se avivan, casi sin darnos cuenta, a una velocidad desmesurada.
Seguramente el reencuentro será maravilloso, como si el tiempo no hubiera pasado, olvidándonos de todo lo malo vivido junto a esa persona, disfrutando el uno del otro, siendo felices, inocentes, queridos.
Y ahora viene lo malo. ¿Que hacer cuándo eso ocurre? ¿Cómo actuar ante esa situación? ¿Deberíamos preguntarle a esa persona lo que significa ese reencuentro? ¿A caso ésto implica que quiere intentarlo de nuevo? ¿O somos tan solo su comodín?
Dudas y más dudas que resuenan en nuestra cabeza constantemente y que, por desgracia, no somos capaces de resolver.
Puede que intuyamos cómo va a acabar todo pero, en el fondo, no queremos creerlo. Nos aferramos a ese pequeño clavo ardiendo que es el "Y si..."
Y ahí estamos de nuevo en el punto de partida. Hemos caído una vez más bajo el influjo de nuestro "Alguien".
Fuente: Lo que me gustaría decirte.

viernes, 10 de abril de 2015

"Queridísimo amado, anoche no pude dormir pensando que habíamos terminado. He dejado de amargarme porque sé que lo que tuvimos fue real. Y si en algún lugar en un futuro lejano nos reencontrarnos en nuestras nuevas vidas, te sonreiré con alegría y recordaré cómo pasamos tantos momentos juntos aprendiendo el uno del otro y creciendo en el amor. El mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma y nos hace aspirar a más. Nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente. Eso es lo que tú me has dado y lo que yo esperaba darte siempre. Te quiero, ya nos veremos".

El diario de Noa.